jueves, 7 de octubre de 2010

Ante la celebración del congreso sobre el aborto

Con fecha de hoy se han emitido sendos comunicados por parte del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla y de nuestro Arzobispo, don Juan José Asenjo (de este último se ha hecho eco la querida Hdad. de Ntro. P. Jesús Nazareno y Stma. Virgen de los Dolores difundiéndolo a través de un correo electrónico), en relación al congreso internacional para profesionales del aborto que se celebrará en el Hotel Meliá de Sevilla los días 21 a 23 de octubre.

Por su interés y continuando con la decidida apuesta por la vida defendida desde este Foro, los reproducimos a continuación:

Nota de Prensa emitida por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Sevilla

Asunto: Defensa de la Vida

Por unánime acuerdo de la Asamblea General del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, traído a su vez de las diferentes reuniones Plenarias celebradas previamente, y que representan el sentir de 120 Hermandades que la constituyen, agrupando, a su vez , a muchos miles de cofrades, se ha decidido, remitir escrito al Hotel que sirve de sede congresual y hacer llegar a los distintos medios de comunicación, una vez más, y sin desmayo, las que sean necesarias, nuestra inquebrantable posición a todos los que compartieren nuestros mismos sentimientos y por encima de cualquier matiz político, consistente en mantener viva la idea de defensa a ultranza de la vida desde el mismo momento de la concepción y hasta la muerte natural frente y contra a la interrupción querida del embarazo mediante el aborto provocado, así como en el presente caso, nuestro profundo desagrado, discrepancia y malestar ante la noticia obtenida de que un prestigioso Hotel o grupo hotelero de mucha incardinación en nuestra sociedad sevillana, se convierta en sede de Congreso a partir del 21 de Octubre y hasta el 23 del mismo mes dirigido y promocionado por un grupo de profesionales favorecedores de practicas o medios abortistas y con el objetivo de su difusión, todo ello tan en contra de los principios cristianos que inspiran no solo nuestras Hermandades y Cofradías, en cuyo nombre actuamos, sino también de una buena parte de la sociedad en la que todos nos integramos.

Desde el respeto que nuestra sociedad civil nos merece, consideramos que por razones de coherencia, dentro de la comunidad en la que todos estamos insertos, tal Congreso es, desde nuestra perspectiva, legítimamente rechazable por repugnar abierta y públicamente al espíritu en defensa de la vida humana que nos inspira, reservándonos las acciones de alcance que dentro de la mas absoluta legalidad, puedan apoyar nuestras muy maltratadas convicciones y que puedan servir para rechazar todo lo que pudiera enturbiarlas o reprobarlas por su no consonancia con el sentir general.

Carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla

"UN SÍ ROTUNDO A LA VIDA" (07-10-10)



Queridos hermanos y hermanas:

En las últimas semanas no pocos cristianos de la Archidiócesis me habéis manifestado vuestra preocupación por la celebración en Sevilla de un congreso de ámbito mundial sobre el aborto, con la finalidad de compartir información, experiencias y nuevas técnicas para mejorar la calidad de las prácticas abortivas. Tendrá lugar entre los días 21 y 23 de octubre y, según parece, será financiado por instituciones públicas de la capital y la región. Algunos me habéis pedido que haga cuanto esté a mi alcance por impedirlo. Como podéis imaginar, no tengo en mis manos la posibilidad evitar su celebración, pero si tengo el deber de iluminar la conciencia de nuestros fieles sobre este acontecimiento que, a mi juicio, no va a ser un hito glorioso en la historia de nuestra ciudad.

El pasado 4 de julio entró en vigor en España la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que en realidad no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas. Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad, un mal objetivo; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el Concilio Vaticano II (GS 51), por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano a petición de sus progenitores, con el concurso de los médicos, los primeros, junto con los padres, que deberían tutelar esa vida naciente.

¿Y qué podemos hacer los cristianos ante el drama del aborto y ante la segura celebración del citado congreso? Una primera posibilidad es que nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a nuestros conciudadanos, muchos de los cuales aceptan casi sin pestañear la realidad del aborto en nombre del progreso y de la libertad de la mujer. La aceptación social del aborto es una realidad fatal, como reconociera el filósofo Julián Marías hace unos años, calificándola como uno de los acontecimientos más graves que han acaecido en el siglo XX. Algo parecido afirmó poco antes de su muerte el gran escritor Miguel Delibes.

En este sentido os invito a todos a difundir en vuestros ambientes, en vuestros hogares, en vuestros lugares de trabajo y en cualquier oportunidad, también en la catequesis y en la formación religiosa escolar, el Evangelio de la Vida, es decir, el valor sagrado de toda vida humana desde la fecundación hasta su ocaso natural, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la mentalidad abortista y la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida.

En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos con vergüenza el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.

¿Qué más podemos hacer? Una forma sencilla de implicarnos en la defensa de la vida humana es rezar. La oración privada y pública es el alma de toda pastoral. También lo es de la defensa de la vida, don de Dios, del que nadie arbitrariamente puede disponer. Así lo reconocía el Papa Juan Pablo II en 1995 en la encíclica Evangelium vitae al decirnos que "es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida". Por ello, sugiero a los sacerdotes que en los días de la celebración del congreso tengan en cuenta esta intención en las preces de los fieles de la Santa Misa y en el rezo del Rosario en las parroquias, y que incluso programen algún acto especial de oración ante el Santísimo por esta causa. Lo pido también a las contemplativas, a las Hermandades en sus cultos y a los grupos y movimientos apostólicos. En todos los casos se puede concluir la oración con la bellísima plegaria a la Santísima Virgen que escribiera el Papa Juan Pablo II como colofón de la citada encíclica.

Termino mi carta semanal manifestando mi respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas. Pocas formas de acción social y de apostolado son hoy tan hermosas y urgentes como ésta. Dios quiera que seamos muchos, también las instancias públicas, los que les secundemos y ayudemos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


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Llamamiento del Arzobispo a "Defender la vida siempre"

¡ES MI VIDA!... Está en tus manos

¡SÍ A LA VIDA!

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El pequeño escéptico y el pequeño creyente

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lunes, 4 de octubre de 2010

Mirad al Señor






51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».

52 Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?».

53 Jesús les respondió: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis Vida en vosotros.

54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

55 Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.

56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

57 Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.

(...) 60 Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?».

61 Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto os escandaliza? (...)

66 Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.

67 Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?».

68 Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.

Del discurso en la sinagoga de Cafarnaún (Jn 6, 51-58)