¡Oh, Santa Vera Cruz de Cristo,
Señal Insigne de nuestra redención,
árbol fielisimo y luminar de la religión sacrosanta,
que milagrosamente te mostraste a Santa Elena y,
enhiesta en el monte Calvario,
eres luz y guía de todos los hombres
y fin de nuestros más caros anhelos!
Cargada sobres los divinos hombros de Jesús,
enséñanos a llevar nuestros trabajos y aflicciones.
Doblando su sagrado cuerpo sobre las piedras
de la calle de la Amargura,
ayúdanos a levantarnos de la postración del pecado.
Recibiendo sus desnudas y maceradas carnes y
empapada en su sangres preciosísima,
haz que en la hora de la muerte,
abrazados a tan excelsa figura,
depositemos nuestro último aliento corporal
en el sagrado leño y seamos llevados
a la presencia de Aquel que,
muerto por nosotros, se muestra en el cielo
resucitado y gloriosoJesucristo Nuestro Señor.