martes, 14 de septiembre de 2010

14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

A Cristo, Rey y Señor,
que por nosotros fue exaltado en la cruz,
venid, adorémosle.


La Iglesia celebra el día 14 de septiembre la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Fiesta de la Vera Cruz, la Verdadera y Santa Cruz en la que murió Nuestro Señor Jesucristo, que fue descubierta por Santa Elena, madre del Emperador Constantino, el 14 de septiembre del año 320, quien mandconstruir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro.

En el año 614, el ejército del Islam del rey Cosroes II de Persia, invadió, saqueó y conquistó Jerusalén, causando graves daños a la iglesia del Santo Sepulcro y llevándose las sagradas reliquias de la Vera Cruz, poniéndolas el rey persa a sus pies, bajo su trono, como signo de desprecio hacia el cristianismo.

Pocos años más tarde, el emperador bizantino Heraclio la recuperó de manos de los turcos, el 3 de mayo del año 628, conservándola en Constantinopla hasta su traslado a Jerusalén y mandando reedificar la iglesia del Santo Sepulcro.

Al recuperar Heraclio el precioso madero, quiso el emperador cargar una cruz como había hecho Cristo, a través de Jerusalén. Pero al ponerse el madero en el hombro quedó paralizado. El Patriarca Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial y, con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la Cruz en el sitio donde antes era venerada, siendo el día 3 de mayo del año 630.

Los fragmentos de la Santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los fieles veneraron las reliquias con mucho fervor e incluso se produjeron milagros.

Para evitar nuevos robos, la Santa Cruz fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, otro se quedó en Jerusalén y otro se partió en pequeñas astillas para repartirlas por las iglesias del mundo entero, que llamaron Veracruz (verdadera cruz).

Desde el siglo VII se exponía y veneraba en Roma la reliquia del Lignum Crucis, árbol de la Cruz. En España la fiesta del 3 de mayo aparecía en todos los calendarios y fuentes litúrgicas mozárabes, poniéndose en relación con el hallazgo de la Santa Cruz por parte de Santa Elena. Hacia el año 800, en Roma, donde ya existía la fiesta de la Exaltación, se recibió esta Fiesta del hallazgo o Invención de la Santa Cruz.

En Jerusalén a la fiesta le precedían cuatro días de preparación y acudían muchísimos fieles al monte Calvario desde Egipto, Mesopotamia y Persia, a quienes se les mostraba la venerable reliquia, signo de la Redención.

A partir del siglo VIII se difunde en Occidente la fiesta paulatinamente.

Se trata, por tanto, de una fiesta con un origen histórico y contenido teológico: la contemplación de Cristo exaltado en el árbol santo de la Cruz.

La fiesta del Hallazgo o Invención de la Santa Cruz, del 3 de mayo, fue suprimida en 1960 con la reforma del calendario litúrgico, quedando en el calendario únicamente la fiesta del día 14 de septiembre, de la Exaltación de la Santa Cruz, recordános, pues, dos acontecimientos históricos: el descubrimiento de la Verdadera Cruz de Cristo por parte de Santa Elena, en el año 320, y su recuperación de manos de los persas y su retorno a Jerusalén en el siglo VII.

En Paradas, la fiesta de la Santa Cruz, del día 3 de mayo, era celebrada por la Primitiva Hermandad de la Vera Cruz desde tiempo inmemorial, como así reflejaban las reglas de 1720 (literalmente, eran fiel reflejo de las primitivas, que habían desaparecido, remontándose los documentos más antiguos de la Hermandad a listados de hermanos de la segunda mitad del siglo XVI). El 3 de mayo celebraba fiesta solemne en la iglesia Parroquial de San Eutropio, con sus vísperas, Misa cantada y sermón, con asistencia de todo el Clero y de todos los Hermanos, y se llevaba procesionalmente la Vera Cruz por las calles, lo más adornada posible, estando en estas fiestas de mayo el origen de la feria de Paradas. Desde hace unos años, la Asociación de Nuestra Señora de los Remedios viene impulsando la celebración festiva de la Cruz de Mayo, elevando el recuerdo de esta fiesta grande.

A día de hoy, la fiesta del 14 de septiembre pasa en Paradas casi inadvertida, siendo un anhelo de este Foro Cristo de la Vera Cruz que alcance la popularidad y solemnidad que sin duda merece.

Tuvimos a bien comenzar este artículo con una antífona propia de la oración de laudes del día de hoy y lo completamos con este hermoso himno de las vísperas:


Las banderas reales se adelantan

y la cruz misteriosa en ellas brilla:

la cruz en que la vida sufrió muerte

y en que, sufriendo muerte, nos dio vida.



Ella sostuvo el sacrosanto cuerpo

que, al ser herido por la lanza dura,

derramó sangre y agua en abundancia

para lavar con ellas nuestras culpas.



En ella se cumplió perfectamente

lo que David profetizó en su verso,

cuando dijo a los pueblos de la tierra:

«Nuestro Dios reinará desde un madero.»



¡Árbol lleno de luz, árbol hermoso,

árbol ornado con la regla púrpura

y destinado a que su tronco digno

sintiera el roce de la carne pura!



¡Dichosa cruz que con tus brazos firmes,

en que estuvo colgado nuestro precio,

fuiste balanza para el cuerpo santo

que arrebató su presa a los infiernos!



A ti, que eres la única esperanza,

te ensalzamos, oh cruz, y te rogamos

que acrecientes la gracia de los justos

y borres los delitos de los malos.



Recibe, oh Trinidad, fuente salubre,

la alabanza de todos los espíritus,

y tú que con tu cruz nos das el triunfo,

añádenos el premio, oh Jesucristo. Amén.




viernes, 30 de julio de 2010

El Cardenal Amigo tendrá una calle en Paradas

El Ayuntamiento de Paradas aprobó en el pleno extraordinario celebrado en la tarde de ayer jueves 29 de julio, la inclusión del Cardenal Amigo en en nomenclátor de la villa.

Dicha propuesta, presentada a iniciativa del Foro Cristo de la Vera Cruz y del grupo de formación y catequesis de la Vera Cruz de la Parroquia de San Eutropio, fue aprobada por unanimidad de todos los grupos políticos con representación (Partido Socialista Obrero Español, Izquierda Unida, Partido Popular y Coalición Independiente de Paradas).

Con anterioridad (en enero de 2010) el Foro Cristo de la Vera Cruz y el grupo de formación solicitaron al Ilmo. Sr. Alcalde de Paradas la apertura de un expediente con objeto de que en Paradas se le dedicase una calle al Cardenal Amigo, dándose traslado de dicha iniciativa a las instituciones y asociaciones más representativas de la localidad, con la intención de hacer partícipes de esta petición al resto de la comunidad parroquial y a todo el pueblo de Paradas.

Como no podía ser de otra forma, la iniciativa gozó de buena acogida y a principios del mes de julio se entregaron en el Excmo. Ayuntamiento de Paradas las adhesiones que reflejaban el clamor de esta petición entre los vecinos de Paradas:

- Hermandad de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Nuestra Señora del Mayor Dolor.
- Hermandad y Primitiva Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Santísima Virgen de los Dolores.
- Real y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Santísimo Cristo de la Misericordia en su Traslado al Sepulcro, María Santísima de la Amargura y San Juan Evangelista.
- Consejo Local de Hermandades de Penitencia de Paradas.
- Asociación Nuestra Señora de los Remedios.
- Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad “Entre Todos”.
- Asociación de Cooperación Internacional “La Mandioka”.
- Paradas Balompié.
- Club Baloncesto Paradas.
- Club de Atletismo “Filípides”.
- Peña Sevillista Paradense.
- Peña Cultural Flamenca Miguel Vargas.
- Colectivo Cultural Cafetería Loren’s.
- “Mi Opá y Mi Omá”.
- Empleados de la oficina de Paradas de Caja Rural del Sur.
- D. Alfonso Muñoz-Repiso Pérez, ex Alcalde de Paradas.
- D. Vicente Vera González, ex Alcalde de Paradas.
- D. Joaquín Torres Parrilla, Juez de Paz de Paradas.

Para el Foro Cristo de la Vera Cruz, junto con el grupo de formación y catequesis de la Vera Cruz, ha sido un honor haber liderado esta iniciativa popular y agradecemos una vez más la colaboración y apoyos recibidos.

La inclusión del Cardenal Amigo en el nomenclátor de Paradas, no sólo es un acto de justicia, sino una acción que honra a nuestro pueblo y a nuestros regidores al mostrar públicamente su reconocimiento hacia tan meritorio benefactor de nuestra sociedad.

Más información:

- Petición de calle para el Cardenal Amigo


- Adhesiones a la solicitud de calle para el Cardenal Amigo


sábado, 17 de julio de 2010

Derecho a la vida

CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

Artículo 15:
Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.



Fuente: Agencia SIC
Servicio de Información Católica
Comisión Episcopal de Medios de Comunicación

lunes, 5 de julio de 2010

Adhesiones a la solicitud de calle para el Cardenal Amigo

En el pasado mes de enero, a iniciativa de este Foro Cristo de la Vera Cruz y del grupo de Formación de la Vera Cruz de la Parroquia de San Eutropio, se solicitó al Ilmo. Sr. Alcalde de Paradas la apertura de un expediente con objeto de incluir al Cardenal Amigo en el nomenclátor de nuestro pueblo, dándose traslado de dicha iniciativa a instituciones y asociaciones más representativas de la localidad, con la intención de hacer partícipes de esta petición al resto de la comunidad parroquial y a todo el pueblo de Paradas.

Esta iniciativa ha gozado de buena acogida y en la mañana de hoy se ha entregado un escrito en el Excmo. Ayuntamiento de Paradas con las siguientes adhesiones recibidas hasta la fecha:

- D. Alfonso Muñoz-Repiso Pérez, ex Alcalde de Paradas.

- D. Vicente Vera González, ex Alcalde de Paradas.

- D. Joaquín Torres Parrilla, Juez de Paz de Paradas.

- Hermandad de Nuestro Padre Jesús Cautivo y Nuestra Señora del Mayor Dolor.

- Hermandad y Primitiva Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y Santísima Virgen de los Dolores.

- Real y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo, Santísimo Cristo de la Misericordia en su Traslado al Sepulcro, María Santísima de la Amargura y San Juan Evangelista.

- Consejo Local de Hermandades de Penitencia de Paradas.

- Asociación Nuestra Señora de los Remedios.

- Asociación para la Integración de Personas con Discapacidad “Entre Todos”.

- Asociación de Cooperación Internacional “La Mandioka”.

- Paradas Balompié.

- Club Baloncesto Paradas.

- Club de Atletismo “Filípides”.

- Peña Sevillista Paradense.

- Peña Cultural Flamenca Miguel Vargas.

- Colectivo Cultural Cafetería Loren’s.

- “Mi Opá y Mi Omá”.

- Empleados de la oficina de Paradas de Caja Rural del Sur.

Agradecemos profundamente la colaboración y apoyos mostrados y esperamos que pronto el Cardenal Amigo sea incluido en nuestro nomenclátor, lo cual no sólo será un acto de justicia sino una acción que honrará a nuestro pueblo de Paradas.

sábado, 26 de junio de 2010

El alma de Madrid (JMJ 2011)

Vídeo promocional que invita a todos los jóvenes del mundo a participar en agosto de 2011 en la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011. ¡Vete preparando!





viernes, 4 de junio de 2010

Solemnidad del Corpus Christi

Reproducimos a continuación la hermosa y enriquecedora homilía pronunciada por nuestro Arzobispo, Don Juan José Asenjo, en la Santa Misa celebrada en el día de ayer, jueves, en la Catedral de Sevilla, con motivo de la solemnidad del Corpus Christi.

Al mismo tiempo, invitamos a todos nuestros lectores a vivir el próximo domingo intensamente la fiesta del Corpus Christi, participando en la Eucaristía y tomando parte de la procesión que, como cada año y desde tiempo inmemorial, recorrerá las calles de nuestra feligresía, con el Santísimo Sacramento bendiciendo a nuestro pueblo

Homilía en la solemnidad del Corpus Christi
Catedral de Sevilla

1. "Glorifica al Señor Jerusalén, alaba a tu Dios Sión". Con estas palabras del salmo 147, con que el pueblo de Israel bendecía a Dios después de librarle del hambre en tiempo de sequía, nos señala la liturgia las actitudes con que la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, celebra hoy la solemnidad del Corpus Christi: proclamando públicamente en nuestras calles la verdad salvadora de la Eucaristía, bendiciendo, adorando y aclamando al Señor que sacia nuestra hambre espiritual con flor de harina, con el sacramento santísimo de su cuerpo y de su sangre. ¡Solemnidad del Corpus Christi! ¡Día para la veneración pública del Santísimo Sacramento en la Iglesia extendida por todo el orbe! ¡Día para agradecer a Dios uno y trino este don inconmensurable! ¡Día para confesar sin rubor nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía y fomentar la piedad y veneración de los fieles ante el Cristo ofrecido, glorificado e intercesor, hecho presencia y cercanía!

2. ¡Eucaristía, misterio del amor inaudito de Cristo, que antes de volver al Padre, se queda con nosotros en su Palabra, en la Iglesia, sacramento de Jesucristo, en nuestros hermanos, en los sacramentos y, sobre todo y por antonomasia, en las especies eucarísticas! (SC 7). ¡Eucaristía, misterio de la suprema condescendencia de Cristo que no nos deja huérfanos, obra grandiosa del poder de Dios, que cada día permite que el pan y el vino, fruto preciado de nuestros campos, por la palabra del sacerdote, se transformen en el cuerpo y en la sangre del Señor!

3. Gracias al prodigio de la transustanciación, queridos hermanos y hermanas, en los dones eucarísticos está el Señor con una presencia real y verdadera. Esta presencia del todo singular eleva a la Eucaristía por encima de los demás sacramentos y hace de ella el sacramento por excelencia, el "don por excelencia" (EE 11). La Eucaristía es el don del mismo Cristo, de su persona, de su cuerpo, sangre, alma y divinidad. La suya no es una presencia simbólica sino real. Las palabras de Jesús en el momento de la institución (Mt 26,26-28), nos están diciendo que su intención no es dejarnos sólo un símbolo que nos recuerde su entrega redentora, sino quedarse con nosotros con una presencia misteriosa, pero real, verdadera y sustancial, hasta su vuelta. Por ello, la Eucaristía es el misterio de nuestra fe. Los sentidos no pueden percibirlo, pero la fe, como nos dice Santo Tomás en sus himnos eucarísticos, está segura de las palabras del Señor.

4. "Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros". "Esta es mi sangre, derramada para el perdón de los pecados". San Pablo nos acaba de recordar estas palabras del Señor en el momento cumbre de la piedad y del amor de Cristo por la humanidad, anticipo sacramental de su amor desbordante en la Cruz. Cumpliendo su mandato, el sacerdote repite estas palabras en la Santa Misa y entonces el tiempo retrocede y los cristianos del siglo XXI nos hacemos comensales de la cena santa de Jesús y sus Apóstoles en el Cenáculo. En la Santa Misa, el cuerpo y la sangre de Cristo, su vida y su persona, se hacen presentes ante nosotros con el mismo realismo y verdad que en aquella noche, con la misma fuerza, con la misma intensidad. A partir de la consagración, sobre el altar resplandece el cuerpo resucitado y glorioso de Jesús. Desde allí nos llama y nos sostiene. Hacia él nos encamina y nos atrae.

5. Los miles y miles de sagrarios del mundo entero mantienen presente la ofrenda de Jesús. Revestido de un cuerpo como el nuestro es nuestro vecino, compañero de peregrinación, apoyo de nuestra debilidad y alimento de nuestras almas. En el sagrario, tenemos la sorprendente presencia sacramental de Jesucristo. Por ello, la exposición del Santísimo Sacramento, la visita diaria al Sagrario y, sobre todo, la participación en la Santa Misa, es acercarnos a la ternura de Belén, es contemplarle con María y José en la intimidad del hogar de Nazaret; es sentarnos entre los oyentes del Sermón de la Montaña; es cruzar la mirada con el Señor de la misericordia y del amor que cura a los enfermos y perdona a los pecadores; es abrazarnos a sus pies como María Magdalena; descansar como Juan en el pecho del Señor; estar con María junto al cuerpo destrozado de Cristo al pie de la Cruz; es comer y conversar amigablemente con el Resucitado a orillas del lago y postrarnos ante Él como Tomás para gritarle "Señor mío y Dios mío". Es, por fin, recibirlo en nuestro corazón como alimento de vida y santificación. Por ello, la Santa Misa es fuente de vida. Cuántos cristianos la dejan con cualquier excusa. Dicen que se aburren, que no la necesitan. ¿Seria igual la vida de los matrimonios y de las familias, sería igual la vida de nuestros jóvenes, sería igual la relación de unos con otros, si todos viviéramos intensamente cada semana la maravilla que es la Eucaristía?

6. La presencia del Señor en la Eucaristía, queridos hermanos y hermanas, no es estática, sino profundamente dinámica. Desde la Eucaristía el Señor nos fortalece, nos diviniza, nos aferra para hacernos suyos, para transformarnos y asimilarnos a Él. Por ello, es el auténtico camino de renovación de nuestras comunidades cristianas. ¡Cuánto consuelo, cuánta fortaleza, cuánta fidelidad, cuántas virtudes han crecido en la íntima comunicación de los fieles cristianos con el Señor, en la visita al Santísimo y en la adoración silenciosa del Santísimo Sacramento! Junto a la Eucaristía crecerá el anhelo de santidad, el amor a Jesucristo y la caridad pastoral de nuestros sacerdotes y seminaristas. De la cercanía a la Eucaristía han de salir los jóvenes cristianos, limpios, alegres y generosos, capaces de vivir una vida nueva y de construir la nueva civilización del amor. Junto a la Eucaristía surgirán vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. En el amor a la Eucaristía crecerán las familias cristianas unidas, fecundas y evangelizadoras. En el amor a la Eucaristía nos ha de venir la renovación de nuestras parroquias, el vigor espiritual y apostólico de nuestra Iglesia diocesana, el crecimiento en la fe y la victoria sobre el pecado que oprime nuestras vidas y desgarra nuestra sociedad. Jesús sigue siendo el Pan vivo bajado del cielo que alimenta nuestros corazones mientras peregrinamos hacia la casa del Padre, "la Cena que recrea y enamora", "fuente que mana y corre", como escribiera con gran belleza literaria San Juan de la Cruz.

7. En esta mañana, mientras acompañamos al Señor por nuestras calles, pidámosle que fortalezca nuestra fe y que perdone nuestras omisiones y deficiencias con este divino sacramento. Demasiadas veces nos hemos olvidado de El, demasiadas horas, queridos hermanos sacerdotes, están cerrados nuestros templos, demasiadas veces quedan abandonados los sagrarios, demasiadas veces los cristianos despreciamos este alimento celestial o lo dejamos por cualquier excusa inconsistente. Seguro que a su paso por nuestra ciudad, Jesús va a encontrar muchas personas que viven una existencia anodina y sin sentido, anclada en el nihilismo y el hastío. Pidámosle que haga brillar sobre ellos la luz eterna de Dios, que ilumina el corazón del hombre, disipa las tinieblas del pecado y abre ante nuestros ojos caminos de vida y de santificación. Pidámosle que nos haga heraldos y misioneros de su presencia, que despertemos en nuestros hermanos el deseo de encontrarse con Él; que a través nuestro, como Pedro y Andrés, puedan decir "Hemos encontrado a Jesús" (Jn 1,41), "hemos visto al salvador".

8. Queridos hermanos y hermanas: Con la guía segura de la exhortación apostólica Sacramentum caritatis del Papa Benedicto XVI, todos estamos invitados a profesar la fe en la Eucaristía en toda su integridad. No es tiempo de más vacilaciones teológicas y pastorales en torno al misterio de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, ni sobre su carácter de sacrificio y oblación sacerdotal, ni de interpretaciones que vacían la fe de la Iglesia. Es tiempo más bien de profundización interior en toda la belleza y armonía de este sacramento, "Amor de los Amores". El misterio adorable de la Eucaristía ha de ser celebrado con toda dignidad, como la Iglesia nos pide y desea, como el Papa nos señala en su exhortación, cuidando su celebración con toda delicadeza interior y exterior, guardándolo y venerándolo en el Sagrario con piedad creciente, recreando nuestra oración personal y comunitaria ante la santísima Eucaristía y recuperando las actitudes externas de veneración y respeto allí donde, por desgracia, se han perdido.

9. No olvido que el día del Corpus Christi es también el Día de la Caridad, en el que se nos pide una mirada atenta y compasiva, como la de Jesús, a los pobres y marginados de los pueblos y ciudades de nuestra Diócesis. Jesús en la Eucaristía reúne a los hijos de Dios dispersos. Por ello, la Eucaristía es fermento de unidad y reconciliación, de amor fraterno, que no es simple solidaridad humana, sino el amor sincero, generoso y regenerador que nace del Corazón de Cristo, el amor que se aprende al pie de la Cruz, un amor que los cristianos aprendemos también en la mesa de la Eucaristía y junto al sagrario; un amor que tiene que regenerar nuestra sociedad, purificarla de todos los pecados, de todas las injusticias, de la violencia contra las mujeres, de todas las agresiones contra la vida de los más débiles; un amor que tiene que hacer de nosotros una comunidad abierta a las necesidades de los inmigrantes, de los ancianos y enfermos, de todos los que se sientan solos y angustiados en estos momentos de tanto dolor para los pobres, los parados y los que han dejado de percibir el subsidio de desempleo. En este Día de la Caridad, seamos generosos en la colecta que hoy tiene como destinatarios a los más pobres de nuestra Diócesis, a los que Caritas sirve.

10. Termino ya destacando el nexo profundo que existe entre la Eucaristía y la Santísima Virgen. Ella concibió en sus purísimas entrañas el precioso cuerpo y la preciosa sangre de su Hijo. Ella fue el sagrario más limpio y santo que jamás ha existido. De su seno bendito nació hace dos mil años el cuerpo santísimo que veneramos en la Eucaristía. Que ella, mujer eucarística, nos ayude a todos a crecer en amor, respeto y veneración por este augusto sacramento y nos aliente a servir también a los pobres y necesitados, a ponernos de su parte y en su lugar, pues también ellos son hijos suyos y hermanos nuestros. Así sea.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


lunes, 24 de mayo de 2010

En tu Declaración de la Renta, no te olvides de la Iglesia












La Conferencia Episcopal Española ha puesto en marcha la Campaña de la Renta 2010, en continuidad con las de años anteriores, con el objetivo de animar a los católicos y a todas las personas que aprecien la labor de la Iglesia, a marcar la X en la Declaración de la Renta.










Asimismo, nuestro Arzobispo, don Juan José Asenjo, ha tenido a bien dedicar su carta pastoral del pasado 23 de mayo precisamente a la Declaración de la Renta, en la que pide que se contribuya al sostenimiento de la Iglesia Católica marcando la casilla correspondiente. En dicha carta, que reproducimos a continuación, se señala además que nuestra Archidiócesis de Sevilla está a la cabeza de las Iglesias de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica.

EN TU DECLARACIÓN DE LA RENTA, NO TE OLVIDES DE LA IGLESIA.

Carta pastoral del 23-05-10

Queridos hermanos y hermanas:

Desde comienzos del mes de mayo, los españoles estamos convocados de nuevo a presentar la declaración de la renta. De este modo, contribuimos, cada cual en proporción a sus ingresos, al bien común y al mantenimiento de los servicios públicos. Cumplir escrupulosamente con esta prescripción legal es un deber de todo buen ciudadano. Para nosotros los cristianos es un deber moral y de conciencia. Con nuestra contribución económica justa y veraz, hacemos posible la redistribución de los bienes de la tierra y ayudamos a los más pobres, que de otro modo no podrían acceder a las prestaciones públicas imprescindibles.

La declaración de la rentanos ofrece la oportunidad de ayudar a la Iglesia, marcando con una crucecita la correspondiente casilla del impreso. Con ello, expresamos nuestra voluntad de que el 0,7% de la cantidad con la que contribuimos al Estado se destine a la Iglesia católica. En este sentido es oportuno recordar que poner la crucecita no significa pagar más. Debemos hacerlo incluso en el caso de que nuestra declaración resulte a devolver. Hay que advertir, además, que podemos marcar simultáneamente la casilla destinada a «otros fines sociales», opción a la que a todos os invito. En este caso, son las ONGs para el desarrollo las destinatarias del mismo porcentaje que percibe la Iglesia. Entre ellas se encuentran muchas organizaciones católicas que trabajan al servicio de los más necesitados.

Hay muchas razones para tomar muy en serio esta responsabilidad. La Iglesia es el hogar cálido en el que hemos nacido como hijos de Dios por el Bautismo. Ella nos ofrece los bienes de la salvación, la vida de la gracia, el sacramento del perdón y el pan de la Eucaristía. Ella nos permite vivir nuestra fe como familia y es el lugar natural de nuestro encuentro con el Señor. El culto a Dios y el ejercicio de la religión, por otra parte, contribuyen grandemente al bien común de la sociedad, pues generan cohesión social, cultura y educación; favorecen el desarrollo verdadero de las personas, son fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia pacífica, y son, además, escuela de ciudadanos buenos y honrados. Es cierto que es el Señor quien sostiene a su Iglesia, pero ha querido contar con nuestra colaboración. Nuestra Archidiócesis necesita medios económicos para cumplir su misión evangelizadora, para retribuir modestamente a los sacerdotes, mantener los Seminarios, la Curia y los organismos pastorales, ayudar a las Misiones, servir a los pobres, a los enfermos, a las personas que viven solas, a los jóvenes, a los niños, a los ancianos y a las familias. Necesita también recursos para cuidar su rico patrimonio artístico, del que tan orgullosos nos sentimos, y para construir nuevos templos.

En la coyuntura concreta que estamos viviendo, de profunda crisis económica, la Iglesia está desvelando las raíces éticas de esta verdadera emergencia social y está ayudando con todos los medios a su alcance a las víctimas de la crisis, los parados, los inmigrantes y transeúntes, desde las Cáritas diocesanas y parroquiales y desde las instituciones de servicio de los religiosos, de los grupos y movimientos apostólicos y desde sus Hermandades y Cofradías.

La Iglesia es para muchos el último recurso cuando se les han cerrado todas las puertas. Por ello, necesita que le ayudemos para poder seguir ayudando a tantos. Felicito de corazón a la comunidad diocesana porque nuestra Archidiócesis y provincia están a la cabeza de las Iglesias de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica. En el año pasado han sido casi un 43%, cifra estimable cuando la media nacional está en torno al 33%. En el pasado ejercicio fiscal el número de sevillanos que han ofrecido su asignación a la Iglesia ha sido superior al del año anterior. Con todo, me atrevo a llamar a vuestra puerta y a pediros que crezca el número de los que nos ayudan para poder seguir sirviendo y ayudando a quienes tanto necesitan.

Pido a los sacerdotes que comenten brevemente en la Eucaristía de alguno de los próximos domingos el contenido de esta carta semanal, que dirijo también a los no creyentes o no practicantes que valoran el trabajo de la Iglesia al servicio del hombre. A todos, y muy especialmente a los católicos, os solicito con humildad y confianza que marquéis con una cruz la casilla destinada al sostenimiento de la Iglesia. Este gesto, aparentemente insignificante, es una forma muy significativa de manifestar nuestro amor a la santa madre Iglesia y nuestra gratitud al Señor por el don de la fe. Os invito también a suscribiros con aportaciones periódicas mensuales, trimestrales, semestrales o anuales al sostenimiento de la Archidiócesis. Podéis utilizar el boletín que figura en la última página de esta hoja diocesana, enviándolo directamente al Arzobispado o entregándolo en vuestras parroquias.

Con mi gratitud anticipada por la acogida que prestaréis a esta carta, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina,
Arzobispo de Sevilla











domingo, 2 de mayo de 2010

Este Mayo, por todos los Sacerdotes

Hermosísimo vídeo para este Año Sacerdotal y especialmente para las fechas en las que nos encontramos: mes de mayo, mes de María, mes de las flores, mes del Rosario...

Este mayo, por todos los sacerdotes.








domingo, 18 de abril de 2010

Pascua del Enfermo

Con tiempo suficiente como para que la celebración no pase desapercibida, tenemos a bien dedicar estas entrada a la Pascua del Enfermo, que la Iglesia celebrará el próximo domingo 9 de mayo, puesto que en Paradas nos encontraremos inmersos en la feria.

Y con tal motivo, presentamos la hermosa carta pastoral que una vez más nos brinda nuestro Arzobispo, acompañada de un entrañable vídeo localizado en Internet (cuya autoría no hemos podido identificar), esperando que os gusten.






A continuación, reproducimos la carta pastoral de nuestro Arzobispo.

“Dando vida, sembrando esperanza”, carta Pastoral del Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, con motivo de la Pascua del Enfermo.

El próximo domingo, 9 de mayo, VI domingo de Pascua, celebraremos la Pascua del Enfermo, jornada que tiene como finalidad aproximar a los cristianos al mundo de la enfermedad y del dolor y hacer visible la cercanía material y espiritual de la comunidad cristiana a nuestros hermanos enfermos.

La atención y el servicio a los enfermos es algo que pertenece a la entraña del Evangelio y a la mejor tradición cristiana. La Iglesia ha mostrado siempre una particular solicitud por los enfermos siguiendo el ejemplo de su Maestro, a quien los Evangelios presentan como el “Médico divino” y el Buen Samaritano de la humanidad. Jesús, en efecto, al mismo tiempo que anuncia la buena nueva del Reino de Dios, acompaña su predicación con la curación de quienes son prisioneros de todo tipo de enfermedades y dolencias.

Los cristianos tenemos muchas razones para servir y acompañar a los enfermos, que viven una etapa peculiar en su vida, tanto si permanecen en su hogar, como si están ingresados en un centro sanitario. Nos debemos particularmente a aquellos que son víctimas de la soledad y del abandono de sus familias. Los enfermos son personas. La enfermedad no les priva de la dignidad que les es propia. Para un cristiano son además hijos de Dios y hermanos nuestros, redimidos como nosotros por la sangre redentora de Cristo. En el rostro de todo ser humano, especialmente si sufre o está desfigurado por la enfermedad, brilla el rostro de Cristo, quien nos dejó dicho: “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).

El lema de la Pascua del Enfermo de este año es “Dando vida, sembrando esperanza”. Esta es la misión peculiar de la Pastoral de la Salud. Con esta ocasión, saludo con afecto y gratitud a los profesionales cristianos, médicos, enfermeros y demás agentes sanitarios, entre los que se encuentran no pocos religiosos y religiosas, que con paciencia y amor, ponen al servicio de los enfermos su competencia técnica y su calor humano, inclinándose ante ellos como el Buen Samaritano para “dar vida” a quienes tiene quebrantada su salud, sin tener en cuenta la condición social, el color de su piel o sus creencias, sino sólo su condición de persona especialmente necesitada.

Me dirijo ahora con especial afecto al Delegado Diocesano de Pastoral de la Salud y a quienes con él colaboran en esta pastoral preciosa. Me dirijo también a todos aquellos cristianos que en su casa atienden a sus familiares enfermos con infinito amor, a los miembros de los grupos parroquiales que semanalmente visitan a los enfermos en nombre de la comunidad parroquial, y a los voluntarios que les visitan en clínicas y hospitales, con la conciencia de que sirven, visitan y acompañan al Señor que se identifica con nuestros hermanos más pobres, pues nadie es más pobre que aquel a quien le falta un bien tan preciado como es la salud. Ellos son “sembradores de esperanza”, tan importante en ocasiones como la asistencia que procuran los profesionales sanitarios. En marzo de 2006, el Santo Padre Benedicto XVI os llamó “caricia de Dios para nuestros hermanos enfermos”. Así es en realidad. En nombre de la Iglesia, os agradezco vuestro trabajo y entusiasmo. Sed testigos del Evangelio ante los enfermos y sus familiares. Ayudadles a considerar la enfermedad como un acontecimiento de gracia y a acoger el sufrimiento con amor y espíritu de fe, unidos a Cristo Redentor, “varón de dolores”, transformando así sus padecimientos en torrente de energía sobrenatural para sí mismos y para los demás.

No olvido a los capellanes, que tenéis la decisiva misión de acompañar espiritualmente a los enfermos. Es hermosa vuestra tarea y es grande el bien que podéis hacer en el hospital. Cumplidla con esmero. Sois el escaparate de la Iglesia en los centros sanitarios. Visitad todos los días a los enfermos. Alentad a sus familiares. Dad testimonio de Jesucristo en todo momento. Cuidad la capilla, que debe ser, como nos ha dicho Benedicto XVI, “el corazón palpitante en el que Jesús se ofrece intensamente al Padre celestial por la vida de la humanidad”. Con el Papa os pido también que cuidéis con interés y delicadeza la administración de la Eucaristía, que “distribuida con dignidad y con espíritu de oración a los enfermos, es savia vital que les consuela e infunde en su espíritu luz interior para vivir con fe y con esperanza la enfermedad y el sufrimiento”. Mostraos disponibles siempre para administrar el sacramento de la unción, que tanta paz da a nuestros enfermos.

Termino ya saludando con afecto a todos los enfermos de la Archidiócesis. Rezo por vosotros todos los días. Pido al Señor que os alivie y sane. Ofrecedle vuestros dolores para que Él los transforme en camino de purificación y redención.

Para vosotros y para todos los fieles de nuestra Iglesia diocesana, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


domingo, 4 de abril de 2010

El Señor ha resucitado, ¡Aleluya!

Carta pastoral de nuestro Arzobispo, Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrino, en el día de hoy, 4 de abril de 2010, Domingo de Resurrección

El Señor ha resucitado, ¡Aleluya!

Queridos hermanos y hermanas:

Termina la Semana Santa con la solemnidad de la Resurrección del Señor. La Iglesia, que ha estado velando junto al sepulcro de Cristo, proclama jubilosa en la Vigilia Pascual las maravillas que Dios ha obrado a favor de su pueblo desde la creación del mundo y a lo largo de toda la historia de la salvación. Canta, sobre todo, el gran prodigio de la resurrección de Jesucristo, del que las otras maravillas eran sólo pálida figura. Jesucristo, la luz verdadera que alumbra a todo hombre, que pareció oscurecerse en el Calvario, alumbra hoy con nuevo fulgor, disipando las tinieblas del mundo y venciendo a la muerte y al pecado. Jesucristo resucitado, brilla hoy en medio de su Iglesia e ilumina los caminos del mundo y nuestros propios caminos.

La resurrección del Señor es el corazón del cristianismo. Nos lo dice abiertamente San Pablo: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe... somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15,14-20). La resurrección del Señor es el pilar que sostiene y da sentido a toda la vida de Jesús y a nuestra vida. Ella es el hecho que acredita la encarnación del Hijo de Dios, su muerte redentora, su doctrina y los signos y milagros que la acompañan. La resurrección del Señor es también es el más firme punto de apoyo de la vida y del compromiso de los cristianos, lo que justifica la existencia de la Iglesia, la oración, el culto, la piedad popular, nuestras tradiciones y nuestro esfuerzo por respetar la ley santa de Dios.

Para algunos, la resurrección de Jesús es una quimera, un hecho legendario o simbólico sin consistencia real. No sería otra cosa que la pervivencia del recuerdo y del mensaje del Maestro en la mente y en el corazón de sus discípulos. Gracias a las mujeres, que ven vacío el sepulcro del Señor, y a los numerosos testigos que a lo largo de la Pascua contemplan al Señor resucitado, nosotros sabemos que esto no es verdad. La resurrección del Señor es el núcleo fundamental de la predicación de los Apóstoles. Ellos descubrieron la divinidad de Jesús y creyeron en Él, cuando le vieron resucitado. Hasta entonces se debatían entre brumas e inseguridades.

Ser cristiano consiste precisamente en creer que Jesús murió por nuestros pecados, que Dios lo resucitó para nuestra salvación y que, gracias a ello, también nosotros resucitaremos. Por ello, el Domingo de Pascua es la fiesta primordial de los cristianos, la fiesta de la salvación y el día por antonomasia de la felicidad y la alegría. La resurrección de Jesús es el triunfo de la vida, la gran noticia para toda la humanidad, porque todos estamos llamados a la vida espléndida de la resurrección.

La fe en la resurrección no ocupa hoy el centro de la vida de muchos cristianos. Precisamente por ello, nuestro mundo es tan pobre en esperanza. Lo revelan cada día no pocas noticias dramáticas. La resurrección del Señor, sin embargo, alimenta nuestra esperanza. Gracias a su misterio pascual, el Señor nos ha abierto las puertas del cielo y prepara nuestra glorificación. Los cristianos esperamos "unos cielos nuevos y una tierra nueva", en los que el Señor "enjugará las lágrimas de todos los ojos, donde no habrá ya muerte ni llanto, ni gritos, ni fatiga, porque el mundo viejo habrá pasado" (Apoc 21,4).

Esta esperanza debe iluminar todas las dimensiones y acontecimientos de nuestra vida. Para bien orientarla, tenemos que aceptar esta verdad fundamental: un día resucitaremos, lo que quiere decir que ya desde ahora debemos vivir la vida propia de los resucitados, es decir, una vida alejada del pecado, del egoísmo, de la impureza y de la mentira; una vida pacífica, honrada, austera, fraterna, cimentada en la verdad, la justicia, la misericordia, el perdón, la generosidad y el amor a nuestros hermanos; una vida, por fin, sinceramente piadosa, alimentada en la oración y en la recepción de los sacramentos.

La resurrección del Señor debe reanimar nuestra esperanza debilitada y nuestra confianza vacilante. Esta verdad original del cristianismo debe ser para todos los cristianos manantial de alegría y de gozo, porque el Señor vive y nos da la vida. Gracias a su resurrección, sigue siendo el Enmanuel, el Dios con nosotros, que tutela y acompaña a su Iglesia "todos los día hasta la consumación del mundo". Desde esta certeza, felicito a todas las comunidades de la Archidiócesis. Que el anuncio de la resurrección de Jesucristo os anime a vivir con hondura vuestra vocación cristiana. Así se lo pido a la Santísima Virgen, que hoy más que nunca es la Virgen de la Alegría. Que ella nos haga experimentar a lo largo de la Pascua y de toda nuestra vida la alegría y la esperanza por el destino feliz que nos aguarda gracias a la resurrección de su Hijo.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. Feliz Pascua de Resurrección.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

4 de abril de 2010
Domingo de Resurrección