La Conferencia Episcopal Española ha puesto en marcha la Campaña de la Renta 2010, en continuidad con las de años anteriores, con el objetivo de animar a los católicos y a todas las personas que aprecien la labor de la Iglesia, a marcar la X en la Declaración de la Renta.
Asimismo, nuestro Arzobispo, don Juan José Asenjo, ha tenido a bien dedicar su carta pastoral del pasado 23 de mayo precisamente a la Declaración de la Renta, en la que pide que se contribuya al sostenimiento de la Iglesia Católica marcando la casilla correspondiente. En dicha carta, que reproducimos a continuación, se señala además que nuestra Archidiócesis de Sevilla está a la cabeza de las Iglesias de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica.
EN TU DECLARACIÓN DE LA RENTA, NO TE OLVIDES DE LA IGLESIA.
Carta pastoral del 23-05-10
Queridos hermanos y hermanas:
Desde comienzos del mes de mayo, los españoles estamos convocados de nuevo a presentar la declaración de la renta. De este modo, contribuimos, cada cual en proporción a sus ingresos, al bien común y al mantenimiento de los servicios públicos. Cumplir escrupulosamente con esta prescripción legal es un deber de todo buen ciudadano. Para nosotros los cristianos es un deber moral y de conciencia. Con nuestra contribución económica justa y veraz, hacemos posible la redistribución de los bienes de la tierra y ayudamos a los más pobres, que de otro modo no podrían acceder a las prestaciones públicas imprescindibles.
La declaración de la rentanos ofrece la oportunidad de ayudar a la Iglesia, marcando con una crucecita la correspondiente casilla del impreso. Con ello, expresamos nuestra voluntad de que el 0,7% de la cantidad con la que contribuimos al Estado se destine a la Iglesia católica. En este sentido es oportuno recordar que poner la crucecita no significa pagar más. Debemos hacerlo incluso en el caso de que nuestra declaración resulte a devolver. Hay que advertir, además, que podemos marcar simultáneamente la casilla destinada a «otros fines sociales», opción a la que a todos os invito. En este caso, son las ONGs para el desarrollo las destinatarias del mismo porcentaje que percibe la Iglesia. Entre ellas se encuentran muchas organizaciones católicas que trabajan al servicio de los más necesitados.
Hay muchas razones para tomar muy en serio esta responsabilidad. La Iglesia es el hogar cálido en el que hemos nacido como hijos de Dios por el Bautismo. Ella nos ofrece los bienes de la salvación, la vida de la gracia, el sacramento del perdón y el pan de la Eucaristía. Ella nos permite vivir nuestra fe como familia y es el lugar natural de nuestro encuentro con el Señor. El culto a Dios y el ejercicio de la religión, por otra parte, contribuyen grandemente al bien común de la sociedad, pues generan cohesión social, cultura y educación; favorecen el desarrollo verdadero de las personas, son fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia pacífica, y son, además, escuela de ciudadanos buenos y honrados. Es cierto que es el Señor quien sostiene a su Iglesia, pero ha querido contar con nuestra colaboración. Nuestra Archidiócesis necesita medios económicos para cumplir su misión evangelizadora, para retribuir modestamente a los sacerdotes, mantener los Seminarios, la Curia y los organismos pastorales, ayudar a las Misiones, servir a los pobres, a los enfermos, a las personas que viven solas, a los jóvenes, a los niños, a los ancianos y a las familias. Necesita también recursos para cuidar su rico patrimonio artístico, del que tan orgullosos nos sentimos, y para construir nuevos templos.
En la coyuntura concreta que estamos viviendo, de profunda crisis económica, la Iglesia está desvelando las raíces éticas de esta verdadera emergencia social y está ayudando con todos los medios a su alcance a las víctimas de la crisis, los parados, los inmigrantes y transeúntes, desde las Cáritas diocesanas y parroquiales y desde las instituciones de servicio de los religiosos, de los grupos y movimientos apostólicos y desde sus Hermandades y Cofradías.
La Iglesia es para muchos el último recurso cuando se les han cerrado todas las puertas. Por ello, necesita que le ayudemos para poder seguir ayudando a tantos. Felicito de corazón a la comunidad diocesana porque nuestra Archidiócesis y provincia están a la cabeza de las Iglesias de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica. En el año pasado han sido casi un 43%, cifra estimable cuando la media nacional está en torno al 33%. En el pasado ejercicio fiscal el número de sevillanos que han ofrecido su asignación a la Iglesia ha sido superior al del año anterior. Con todo, me atrevo a llamar a vuestra puerta y a pediros que crezca el número de los que nos ayudan para poder seguir sirviendo y ayudando a quienes tanto necesitan.
Pido a los sacerdotes que comenten brevemente en la Eucaristía de alguno de los próximos domingos el contenido de esta carta semanal, que dirijo también a los no creyentes o no practicantes que valoran el trabajo de la Iglesia al servicio del hombre. A todos, y muy especialmente a los católicos, os solicito con humildad y confianza que marquéis con una cruz la casilla destinada al sostenimiento de la Iglesia. Este gesto, aparentemente insignificante, es una forma muy significativa de manifestar nuestro amor a la santa madre Iglesia y nuestra gratitud al Señor por el don de la fe. Os invito también a suscribiros con aportaciones periódicas mensuales, trimestrales, semestrales o anuales al sostenimiento de la Archidiócesis. Podéis utilizar el boletín que figura en la última página de esta hoja diocesana, enviándolo directamente al Arzobispado o entregándolo en vuestras parroquias.
Con mi gratitud anticipada por la acogida que prestaréis a esta carta, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina,
Arzobispo de Sevilla
La declaración de la rentanos ofrece la oportunidad de ayudar a la Iglesia, marcando con una crucecita la correspondiente casilla del impreso. Con ello, expresamos nuestra voluntad de que el 0,7% de la cantidad con la que contribuimos al Estado se destine a la Iglesia católica. En este sentido es oportuno recordar que poner la crucecita no significa pagar más. Debemos hacerlo incluso en el caso de que nuestra declaración resulte a devolver. Hay que advertir, además, que podemos marcar simultáneamente la casilla destinada a «otros fines sociales», opción a la que a todos os invito. En este caso, son las ONGs para el desarrollo las destinatarias del mismo porcentaje que percibe la Iglesia. Entre ellas se encuentran muchas organizaciones católicas que trabajan al servicio de los más necesitados.
Hay muchas razones para tomar muy en serio esta responsabilidad. La Iglesia es el hogar cálido en el que hemos nacido como hijos de Dios por el Bautismo. Ella nos ofrece los bienes de la salvación, la vida de la gracia, el sacramento del perdón y el pan de la Eucaristía. Ella nos permite vivir nuestra fe como familia y es el lugar natural de nuestro encuentro con el Señor. El culto a Dios y el ejercicio de la religión, por otra parte, contribuyen grandemente al bien común de la sociedad, pues generan cohesión social, cultura y educación; favorecen el desarrollo verdadero de las personas, son fuente de valores como la solidaridad, la justicia y la convivencia pacífica, y son, además, escuela de ciudadanos buenos y honrados. Es cierto que es el Señor quien sostiene a su Iglesia, pero ha querido contar con nuestra colaboración. Nuestra Archidiócesis necesita medios económicos para cumplir su misión evangelizadora, para retribuir modestamente a los sacerdotes, mantener los Seminarios, la Curia y los organismos pastorales, ayudar a las Misiones, servir a los pobres, a los enfermos, a las personas que viven solas, a los jóvenes, a los niños, a los ancianos y a las familias. Necesita también recursos para cuidar su rico patrimonio artístico, del que tan orgullosos nos sentimos, y para construir nuevos templos.
En la coyuntura concreta que estamos viviendo, de profunda crisis económica, la Iglesia está desvelando las raíces éticas de esta verdadera emergencia social y está ayudando con todos los medios a su alcance a las víctimas de la crisis, los parados, los inmigrantes y transeúntes, desde las Cáritas diocesanas y parroquiales y desde las instituciones de servicio de los religiosos, de los grupos y movimientos apostólicos y desde sus Hermandades y Cofradías.
La Iglesia es para muchos el último recurso cuando se les han cerrado todas las puertas. Por ello, necesita que le ayudemos para poder seguir ayudando a tantos. Felicito de corazón a la comunidad diocesana porque nuestra Archidiócesis y provincia están a la cabeza de las Iglesias de España en el porcentaje de declarantes a favor de la Iglesia católica. En el año pasado han sido casi un 43%, cifra estimable cuando la media nacional está en torno al 33%. En el pasado ejercicio fiscal el número de sevillanos que han ofrecido su asignación a la Iglesia ha sido superior al del año anterior. Con todo, me atrevo a llamar a vuestra puerta y a pediros que crezca el número de los que nos ayudan para poder seguir sirviendo y ayudando a quienes tanto necesitan.
Pido a los sacerdotes que comenten brevemente en la Eucaristía de alguno de los próximos domingos el contenido de esta carta semanal, que dirijo también a los no creyentes o no practicantes que valoran el trabajo de la Iglesia al servicio del hombre. A todos, y muy especialmente a los católicos, os solicito con humildad y confianza que marquéis con una cruz la casilla destinada al sostenimiento de la Iglesia. Este gesto, aparentemente insignificante, es una forma muy significativa de manifestar nuestro amor a la santa madre Iglesia y nuestra gratitud al Señor por el don de la fe. Os invito también a suscribiros con aportaciones periódicas mensuales, trimestrales, semestrales o anuales al sostenimiento de la Archidiócesis. Podéis utilizar el boletín que figura en la última página de esta hoja diocesana, enviándolo directamente al Arzobispado o entregándolo en vuestras parroquias.
Con mi gratitud anticipada por la acogida que prestaréis a esta carta, para todos mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina,
Arzobispo de Sevilla