Breve y muy buena reflexión del sacerdote Santiago González sobre el Evangelio del primer domingo de Cuaresma, de las tentaciones del diablo a Jesucristo, y cómo el diablo nos tienta hoy en día.
Meditación sobre las Tentaciones del diablo a Jesús
Al iniciarse la Cuaresma nos encontramos en la Santa Misa dominical con el Evangelio de las Tentaciones del diablo a Jesús. Y para que nos sea de provecho espiritual, y no solo de exégesis bíblica, podríamos hacer un paralelismo de las tres tentaciones que Satanás propone a Nuestro Redentor, con las tres grandes tentaciones que recibimos HOY los cristianos desde el materialismo pagano y el modernismo teológico. Veamos cada una de forma meditada:
1: El diablo propone a Jesús que para saciar su hambre convierta piedras en pan. Esta es la tentación del voluntarismo. Es decir: que secularicemos totalmente la fe, que convirtamos la Iglesia en una ONG de fachada religiosa pero de contenido solo social, que basemos nuestra vida cristiana en la acción por la propia voluntad. O sea: eliminar la FE de nuestra vida y llegar a creer que todo lo hacemos por nuestras cualidades. Esta tentación lleva al cristiano (que cae en ella) a despreciar la oración, los sacramentos, la catequesis….y a cifrarlo todo en la actividad que se evalúa por los resultados visibles. Esta tentación hace creer que el cristiano es salvador de si mismo, y convierte a Cristo en un mero referente histórico.
2: El diablo propone a Jesús que se lance por un barranco sin miedo alguno, ya que los ángeles le protegerán. Esta es la tentación inversa a la anterior: es la tentación del “espiritualismo”. Es decir: que desencarnemos la fe de tal modo convirtiendo la Iglesia en una especie de “magia carismática” donde todo está hecho por el Espíritu Santo y el cristiano solo precisa creer y dejar que Dios lo arregle todo. Es la tentación de “meterse a Dios en el bolsillo”……del “haga lo que haga estoy salvado porque Dios es bueno y misericordioso”…..¿A que les suena esto?……….es la tentación de base protestante y muy inoculada en posturas pietistas de la cristiandad. Esta tentación anula todo esfuerzo moral del cristiano y droga la conciencia en el peor de los engaños.
3: El diablo propone a Jesús que lo adore a cambio de poder temporal. Esta es la tentación más visible de la cultura posmoderna: la idolatría, es decir: sustituir a Dios en nuestro corazón por los afanes materiales y superficiales que dan gusto a los sentidos y embotan de soberbia el corazón. El cristiano aparca a Dios como mero apéndice “emotivo” y adora a ídolos pasajeros: el dinero, el sexo, el poder, la fama, la imagen, el YO mismo……; esta última tentación otorga al corazón una felicidad efímera y lo endurece gradualmente hasta dejarlo vacío de sensibilidad espiritual.
Hagamos al inicio de la cuaresma un examen hondo de conciencia: ¿cómo respondo yo a cada una de esas tentaciones?…y tratemos de caminar contra las mismas de manera que:
Al iniciarse la Cuaresma nos encontramos en la Santa Misa dominical con el Evangelio de las Tentaciones del diablo a Jesús. Y para que nos sea de provecho espiritual, y no solo de exégesis bíblica, podríamos hacer un paralelismo de las tres tentaciones que Satanás propone a Nuestro Redentor, con las tres grandes tentaciones que recibimos HOY los cristianos desde el materialismo pagano y el modernismo teológico. Veamos cada una de forma meditada:
1: El diablo propone a Jesús que para saciar su hambre convierta piedras en pan. Esta es la tentación del voluntarismo. Es decir: que secularicemos totalmente la fe, que convirtamos la Iglesia en una ONG de fachada religiosa pero de contenido solo social, que basemos nuestra vida cristiana en la acción por la propia voluntad. O sea: eliminar la FE de nuestra vida y llegar a creer que todo lo hacemos por nuestras cualidades. Esta tentación lleva al cristiano (que cae en ella) a despreciar la oración, los sacramentos, la catequesis….y a cifrarlo todo en la actividad que se evalúa por los resultados visibles. Esta tentación hace creer que el cristiano es salvador de si mismo, y convierte a Cristo en un mero referente histórico.
2: El diablo propone a Jesús que se lance por un barranco sin miedo alguno, ya que los ángeles le protegerán. Esta es la tentación inversa a la anterior: es la tentación del “espiritualismo”. Es decir: que desencarnemos la fe de tal modo convirtiendo la Iglesia en una especie de “magia carismática” donde todo está hecho por el Espíritu Santo y el cristiano solo precisa creer y dejar que Dios lo arregle todo. Es la tentación de “meterse a Dios en el bolsillo”……del “haga lo que haga estoy salvado porque Dios es bueno y misericordioso”…..¿A que les suena esto?……….es la tentación de base protestante y muy inoculada en posturas pietistas de la cristiandad. Esta tentación anula todo esfuerzo moral del cristiano y droga la conciencia en el peor de los engaños.
3: El diablo propone a Jesús que lo adore a cambio de poder temporal. Esta es la tentación más visible de la cultura posmoderna: la idolatría, es decir: sustituir a Dios en nuestro corazón por los afanes materiales y superficiales que dan gusto a los sentidos y embotan de soberbia el corazón. El cristiano aparca a Dios como mero apéndice “emotivo” y adora a ídolos pasajeros: el dinero, el sexo, el poder, la fama, la imagen, el YO mismo……; esta última tentación otorga al corazón una felicidad efímera y lo endurece gradualmente hasta dejarlo vacío de sensibilidad espiritual.
Hagamos al inicio de la cuaresma un examen hondo de conciencia: ¿cómo respondo yo a cada una de esas tentaciones?…y tratemos de caminar contra las mismas de manera que:
- Sea consciente de la necesidad de la oración y la vida sacramental (confesión y eucaristía sobre todo) como sostén de todos los ámbitos de la vida humana
- Asumir nuestra tarea de ser “instrumentos” en manos de Dios que no pueden ser pasivos sino activos, sabiendo que Dios nos regala la salvación pero nosotros hemos de aceptarla con nuestras obras y no solo con la fe, y que podemos perderla para siempre si nos alejamos de Dios
- Tener a Dios en nuestro corazón y, desde Él, sentirnos administradores, y no dueños, de los bienes materiales que nunca han de sustituir a Dios en nuestra alma
Comencemos este tiempo de Cuaresma con verdadero espíritu de conversión, haciendo un sincero examen de conciencia.