La fiesta del 14 de septiembre es la más antigua en honor de la Santa Cruz. Primitivamente conmemoraba el recuerdo de la invención (descubrimiento) de la Verdadera y Santa Cruz de Cristo por Santa Elena y la dedidación de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.
Esta fiesta se fue extendiendo por las iglesias que conservaban un Lignum Crucis, que ya en el siglo IV eran muchas por la cristiandad. En Jerusalén la fiesta tenía por entonces la misma categoría que la Pascua y la Epifanía, asistían más de cincuenta obispos y se celebraba durante ocho días, como referió la monja Egeria en su libro Itinerario o Peregrinación a los Santos Lugares.
Se atribuye al Papa Sergio (687-701) haber introducido en la liturgia romana el mostrar y adorar en este día el fragmento de la Vera+Cruz que se llevó a Roma en tiempos del Emperador Constantino, ceremonia similar a la del Viernes Santo y que todavía se realizaba en el siglo XIII.
¡Oh cruz admirable, en cuyas ramas estuvo suspendido el tesoro y la redención de los cautivos! Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor.
¡Oh cruz, que fuiste consagrada por el cuerpo de Cristo, y estuviste adornada con sus sagrados miembros como con piedras preciosas! Por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor.
¡Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles! Con su sangre lavó nuestras heridas. ¡Oh cruz gloriosa, en ti triunfó el Rey de los ángeles!
Por tu cruz, Señor, llévanos a tu reino. Tú que fuiste elevado en la cruz, como la serpiente fue elevada por Moisés en el desierto, elévanos hasta la gloria de tu reino.
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