Novena a la Inmaculada Concepción: día cuarto
MARÍA, MUJER DE FE, MAESTRA DE FE
¡Bienaventurada tú, que has creído!, así la saluda Isabel, su prima, cuando Nuestra Señora sube a la montaña para visitarla. Había sido maravilloso aquel acto de fe de Santa María: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. En el Nacimiento de su Hijo contempla las grandezas de Dios en la tierra: hay un coro de ángeles, y tanto los pastores como los poderosos de la tierra vienen a adorar al Niño. Pero después la Sagrada Familia ha de huir a Egipto, para escapar de los intentos criminales de Herodes. Luego, el silencio: treinta largos años de vida sencilla, ordinaria, como la de un hogar más de un pequeño pueblo de Galilea.
Oración:
Madre nuestra, Santa María, tú que nos escuchas y nos ves en el peligro, bríndanos con la gracia de tu hijo, el consuelo de tu regazo y la ternura de tus caricias, reconfortándonos para la nueva lucha.