Ha comenzado para muchas personas el deseado tiempo de vacaciones. Descansar es uno de los mandamientos que Dios propone al hombre, pues Él mismo en la Biblia dice que descansó el séptimo día de la creación. Necesitamos descansar porque somos frágiles y el peso del curso se nota en el interior del corazón. Pero ¿sabemos descansar?
Para mucha gente el mero hecho de salir y cambiar de vivencias supone un descanso, pero para la mayoría el verano se convierte en un tiempo frenético en el que la diversión, el viaje o el gasto excesivo se convierte en un motivo de mayor tensión, y al final vuelven de vacaciones deseando recuperar la vida ordinaria. Y es que el cristiano sabe que por muy lejos que salgamos, si el corazón no está tranquilo y no se tiene paz interior, no hay verdadero descanso. Es más, un descanso meramente exterior no resuelve el verdadero cansancio humano, que consiste en tener paz consigo mismo, con los demás y con Dios.
Por eso qué buen momento son las vacaciones para poner un poco de orden en el interior de nosotros mismos, para revisar aquellos aspectos de nuestra vida que son muy mejorables y sobre todo para recuperar un trato amable y cordial con Dios y con todos aquellos a quienes amamos.
Las vacaciones deberían ser el mejor tiempo del año para conocer más a fondo cómo va el timón de nuestra vida y hacia dónde queremos dirigirla. Un tiempo para escuchar con más atención a nuestros familiares y amigos y, sobre todo, para escuchar la voz de Dios.
Rvdo. D. Jesús Higueras
Párroco de Santa María de Caná
Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Para mucha gente el mero hecho de salir y cambiar de vivencias supone un descanso, pero para la mayoría el verano se convierte en un tiempo frenético en el que la diversión, el viaje o el gasto excesivo se convierte en un motivo de mayor tensión, y al final vuelven de vacaciones deseando recuperar la vida ordinaria. Y es que el cristiano sabe que por muy lejos que salgamos, si el corazón no está tranquilo y no se tiene paz interior, no hay verdadero descanso. Es más, un descanso meramente exterior no resuelve el verdadero cansancio humano, que consiste en tener paz consigo mismo, con los demás y con Dios.
Por eso qué buen momento son las vacaciones para poner un poco de orden en el interior de nosotros mismos, para revisar aquellos aspectos de nuestra vida que son muy mejorables y sobre todo para recuperar un trato amable y cordial con Dios y con todos aquellos a quienes amamos.
Las vacaciones deberían ser el mejor tiempo del año para conocer más a fondo cómo va el timón de nuestra vida y hacia dónde queremos dirigirla. Un tiempo para escuchar con más atención a nuestros familiares y amigos y, sobre todo, para escuchar la voz de Dios.
Rvdo. D. Jesús Higueras
Párroco de Santa María de Caná
Pozuelo de Alarcón (Madrid)