Celebra la Iglesia el 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción, verdad definida como dogma de fe por el Beato Pío IX ese mismo día en el año 1854, al proclamar que la Santísima Virgen, "fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción".
Nuestro querido Arzobispo, don Juan José Asenjo, nos lo recuerda en la carta pastoral que con tal motivo ha publicado, en la que resume, además, la historia de la devoción a la Inmacula Concepción de la Virgen en nuestra Archidiócesis, y que se puede leer en el siguiente enlace: "La más hermosa tradición sevillana".
El domingo 8, día de la Pura y Limpia Concepción, en nuestra Parroquia de San Eutropio se celebrará misa solemne a las 11h en honor de la Santísima Virgen María en su misterio de la Inmaculada Concepción, organizada por el Grupo de Fieles de la Vera Cruz, y a la que toda la feligresía está llamada a participar.
Te alabamos, oh Cristo, y te bendecimos.
Pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
jueves, 5 de diciembre de 2013
jueves, 14 de noviembre de 2013
Misa de difuntos
El próximo viernes 22 de noviembre, el Grupo de Fieles de la Vera Cruz participará de la misa de las 19:30 horas de nuestra Parroquia de San Eutropio, que será aplicada por el eterno descanso de los difuntos devotos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz.
Desde este Foro Cristo de la Vera Cruz se ruega la asistencia a tan piadoso acto de caridad cristiana.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz eterna.
Que las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz.
Amén.
Desde este Foro Cristo de la Vera Cruz se ruega la asistencia a tan piadoso acto de caridad cristiana.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y brille para ellos la luz eterna.
Que las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz.
Amén.
domingo, 3 de noviembre de 2013
Cofrades bien formados
Nuestro querido Arzobispo, don Juan José Asenjo, ha dedicado su carta pastoral del domingo 3 de noviembre a las hermandades, resaltando especialmente la importancia de la formación en el seno de las mismas.
Cofrades bien formados
Queridos hermanos y hermanas: Dirijo esta carta semanal muy especialmente a los miembros de las Hermandades de la Archidiócesis, a los que manifiesto mi aprecio y afecto, con la conciencia de que estas instituciones brindan a los pastores de la Iglesia un ingente potencial religioso y evangelizador, pues son para muchos de sus miembros, lo mismo que la Iglesia, sacramento de Jesucristo, es decir, camino, medio e instrumento para el encuentro con Dios.
En este sentido, suscribo de corazón la afirmación del Papa Francisco en su encuentro con las Hermandades de todo el mundo el pasado 5 de mayo: en las Hermandades tiene la Iglesia un tesoro porque son un espacio de “encuentro con Jesucristo”.
Evocando mis encuentros con las Hermandades en sus cultos o en mi casa, quiero subrayar una vez más a los Hermanos Mayores, Juntas de Gobierno y Directores Espirituales, la esencial dimensión religiosa de estas corporaciones. En el comienzo del curso pastoral, quiero pedirles también que custodien con mimo sus mejores esencias, entre ellas la comunión con la Archidiócesis y la parroquia. Les pido además que mantengan con claridad y sin equívocos su clara identidad religiosa y que no consientan que la dimensión social o cultural, de suyo relativa y secundaria, prevalezca sobre lo que debe constituir el corazón de estas instituciones, que son, ante todo, asociaciones públicas de fieles con una finalidad muy clara, el culto, la santificación de sus miembros, el apostolado y el ejercicio de las obras de caridad. Os recuerdo la frase feliz del Papa Benedicto XVI en su encuentro con las Hermandades de Italia en el año 2006: “Las Hermandades son escuelas de vida cristiana y talleres de santidad”.
Defender todo esto es servir a la verdad más auténtica y profunda de las Hermandades, mientras que permitir que estos valores se desvirtúen, es abrir la compuerta a la secularización interna, un mal fatal que todos hemos de tratar de conjurar. De poco servirían, queridos cofrades, vuestros cultos esplendorosos y la belleza de vuestras procesiones, si en vuestra vida asociativa la primera preocupación no es vuestra santificación, el amor a Jesucristo y a su santa Iglesia, la comunión fraterna, la unidad en el seno de la Hermandad y la comunión con los pobres. Estaríamos ante un enorme tinglado de cartón piedra, detrás del cual sólo existe el vacío.
Quiero insistir especialmente en esta carta en la importancia de la formación cofrade. Sólo se ama aquello que bien se conoce. Sólo podremos vivir con hondura nuestra vocación cristiana si conocemos el misterio y la persona de Jesucristo y las verdades capitales de la fe y de la moral cristianas. Os recuerdo el texto bien conocido del apóstol San Pedro, en el que pide a los cristianos, que viven en un mundo pagano y hostil, que "estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo el que se la pidiere" (1 Ped 3,15). El mundo de hoy guarda muchas analogías con aquel al que debieron enfrentarse los primeros evangelizadores. En esta coyuntura se hace más necesaria que nunca la formación doctrinal sólida en las verdades de la fe. Con ella, junto con una intensa vida de oración y un esfuerzo sincero por ser santos, seremos capaces de vivir nuestra condición y misión de católicos en un mundo cada vez más refractario al Evangelio. Para dar razón de nuestra esperanza, necesitamos primero conocerla y estar convencidos de ella. Ciertamente la fe es un don gratuito que hemos recibido de Dios, pero esto no significa que haya de ser irracional y ciega. Debe ser una fe ilustrada y formada.
Desde hace décadas la cultura europea se está deslizando hacia una especie de apostasía silenciosa por parte del hombre autosuficiente, que vive como si Dios no existiera. Por ello, la Iglesia, hoy más que nunca, tiene el deber de anunciar al mundo que Jesucristo es su esperanza. En esta tarea, el apostolado de los laicos es insustituible. Su testimonio de fe es particularmente elocuente y eficaz, porque se da en la realidad diaria y en los ámbitos a los que un sacerdote no puede acceder o accede con dificultad. Un caso típico es la política, el mundo de la economía y del trabajo y la entera vida pública (CFL 42), ámbitos en los que los laicos deben dar un testimonio valiente de los valores cristianos.
En las manos de los responsables de las Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis y, muy especialmente de los Hermanos Mayores, Directores espirituales y Diputados de formación está aprovechar los muchos subsidios con que hoy contamos, especialmente el Itinerario de Formación Cristiana para Adultos, que ha publicado la Conferencia Episcopal Española. A ellos les incumbe organizar encuentros periódicos, charlas, conferencias o círculos de estudio para profundizar en los misterios de nuestra fe.
A todos os deseo un curso cofrade verdaderamente fecundo y santificador. Para vosotros y vuestras familias, y para mis lectores de cada domingo, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
jueves, 31 de octubre de 2013
Vocación universal a la santidad
Benedicto XVI, Ángelus del día 1 de noviembre de 2007
En la solemnidad de Todos los Santos, nuestro corazón, superando los confines del tiempo y del espacio, se ensancha con las dimensiones del cielo. En los inicios del cristianismo, a los miembros de la Iglesia también se les solía llamar «los santos». Por ejemplo, san Pablo, en la primera carta a los Corintios, se dirige «a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» (1 Cor 1,2).
En efecto, el cristiano ya es santo, pues el bautismo lo une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo debe llegar a serlo, conformándose a él cada vez más íntimamente. A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, llegar a ser santo es la tarea de todo cristiano, más aún, podríamos decir, de todo hombre.
El apóstol san Pablo escribe que Dios desde siempre nos ha bendecido y nos ha elegido en Cristo «para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor» (Ef 1,4). Por tanto, todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en la «semejanza» a él según la cual han sido creados.
Todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos deben llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad. Dios invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El «camino» es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre sino por él (cf. Jn 14,6).
La Iglesia ha establecido sabiamente que a la fiesta de Todos los Santos suceda inmediatamente la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. A nuestra oración de alabanza a Dios y de veneración a los espíritus bienaventurados, que nos presenta hoy la liturgia como «una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas» (Ap 7,9), se une la oración de sufragio por quienes nos han precedido en el paso de este mundo a la vida eterna. Mañana les dedicaremos a ellos de manera especial nuestra oración y por ellos celebraremos el sacrificio eucarístico. En verdad, cada día la Iglesia nos invita a rezar por ellos, ofreciendo también los sufrimientos y los esfuerzos diarios para que, completamente purificados, sean admitidos a gozar para siempre de la luz y la paz del Señor.
En el centro de la asamblea de los santos resplandece la Virgen María, «la más humilde y excelsa de las criaturas» (Dante, Paraíso, XXXIII, 2). Al darle la mano, nos sentimos animados a caminar con mayor impulso por el camino de la santidad. A ella le encomendamos hoy nuestro compromiso diario y le pedimos también por nuestros queridos difuntos, con la profunda esperanza de volvernos a encontrar un día todos juntos en la comunión gloriosa de los santos.
[Después del Ángelus] Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española... En la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia se goza al contemplar a tantos hijos suyos que, a través de los siglos, han llegado a la casa del Padre. Ellos nos acompañan con su intercesión. Que su fidelidad a la voluntad de Dios nos estimule a avanzar con humildad y perseverancia en el camino de la santidad, siendo en todas partes testigos valientes de Cristo.
martes, 8 de octubre de 2013
Domund 2013

Con tal motivo, nuestro querido Arzobispo de Sevilla, don Juan José Asenjo, ha publicado la siguiente carta pastoral, que puedes leer pulsando sobre el siguiente enlace: carta pastoral DOMUND 2013.
Impliquémonos en la medida de nuestras posibilidades en esta campaña del Domund, rezando también por los misioneros, y participando con esmero en la colecta, que el Señor premiará con creces el esfuerzo.
martes, 1 de octubre de 2013
domingo, 22 de septiembre de 2013
Porque por amor me hieres...
¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad;
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad!
¡Qué triste es mi caminar!
Llevo en el pecho escondido
un gemido de pesar,
y en mis labios un cantar
para esconder mi gemido.
Tú sólo, Dios y Señor,
Tú, que por amor me hieres;
Tú, que con inmenso amor,
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres,
Tú sólo lo has de saber;
que sólo quiero contar
mi secreto padecer
a quien lo ha de comprender
y lo puede consolar.
¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad,
porque pones con amor,
sobre espinas de dolor,
rosas de conformidad!
Será el dolor que viniere
en buena hora recibido.
Venga, pues que Dios lo quiere...
¿Qué me importa verme herido
si es mi Dios el que me hiere?
Yo no me quejo, Señor;
yo sé que es goce el dolor
si se sufre por amar,
y el padecer es gozar
si se padece de amor.
Yo quiero sufrir, Señor;
quiero por amor gozar
la dulzura del dolor;
quiero hacer mi vida altar
de un sacrificio de amor.
Vivir sin penas de amores
es triste vivir sombrío,
como el del agua de un río
que, sin árboles ni flores,
va por un campo baldío.
Vida, la falsa alegría
yo no te envidio, que el día
que fuere mi vida así
temblando de horror diría:
¡Dios se ha olvidado de mí!.
No huyáis penas y dolores
con flaqueza de cobarde,
ni busquéis falsos amores,
que mueren, como las flores,
en el morir de la tarde.
Saber sufrir y tener
el alma recia y curtida
es lo que importa saber;
la ciencia de padecer,
es la ciencia de la vida.
Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres;
porque sufrir es curar
las llagas del corazón;
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar;
por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor...,
¡bendita sea, Señor,
la mano con que me hieres!
José María Pemán
(1897-1981)
por tu infinita bondad;
porque pones con amor
sobre espinas de dolor
rosas de conformidad!
¡Qué triste es mi caminar!
Llevo en el pecho escondido
un gemido de pesar,
y en mis labios un cantar
para esconder mi gemido.
Tú sólo, Dios y Señor,
Tú, que por amor me hieres;
Tú, que con inmenso amor,
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres,
Tú sólo lo has de saber;
que sólo quiero contar
mi secreto padecer
a quien lo ha de comprender
y lo puede consolar.
¡Bendito seas, Señor,
por tu infinita bondad,
porque pones con amor,
sobre espinas de dolor,
rosas de conformidad!
Será el dolor que viniere
en buena hora recibido.
Venga, pues que Dios lo quiere...
¿Qué me importa verme herido
si es mi Dios el que me hiere?
Yo no me quejo, Señor;
yo sé que es goce el dolor
si se sufre por amar,
y el padecer es gozar
si se padece de amor.
Yo quiero sufrir, Señor;
quiero por amor gozar
la dulzura del dolor;
quiero hacer mi vida altar
de un sacrificio de amor.
Vivir sin penas de amores
es triste vivir sombrío,
como el del agua de un río
que, sin árboles ni flores,
va por un campo baldío.
Vida, la falsa alegría
yo no te envidio, que el día
que fuere mi vida así
temblando de horror diría:
¡Dios se ha olvidado de mí!.
No huyáis penas y dolores
con flaqueza de cobarde,
ni busquéis falsos amores,
que mueren, como las flores,
en el morir de la tarde.
Saber sufrir y tener
el alma recia y curtida
es lo que importa saber;
la ciencia de padecer,
es la ciencia de la vida.
Por eso, Dios y Señor,
porque por amor me hieres,
porque con inmenso amor
pruebas con mayor dolor
a las almas que más quieres;
porque sufrir es curar
las llagas del corazón;
porque sé que me has de dar
consuelo y resignación
a medida del pesar;
por tu bondad y tu amor,
porque lo mandas y quieres,
porque es tuyo mi dolor...,
¡bendita sea, Señor,
la mano con que me hieres!
José María Pemán
(1897-1981)
martes, 9 de julio de 2013
"Lumen Fidei", primera encíclica del Papa Francisco
Lumen fidei, la luz de la Fe, es la primera encíclica del Papa Francisco. Se trata de un texto que comenzó Benedicto XVI con motivo del Año de la Fe y que no pudo terminar al renunciar a su Pontificado, y que el Papa Francisco ha publicado con fecha del pasado 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo.
Las encíclicas son los documentos más importantes que escriben los Papas. Juan Pablo II publicó catorce y tres las publicadas por Benedicto XVI.
“La Luz de la Fe” completa en este Año de la Fe el cuadro de las virtudes teologales que Benedicto XVI había iniciado con sus encíclicas sobre la esperanza y la caridad.
El primer capítulo presenta la fe de Jesucristo, el verdadero “testigo fiable” que revela cómo es Dios y que nos ayuda a verlo del modo en que él mismo lo veía, como Padre.
El segundo capítulo, más práctico, aborda la relación entre “fe y verdad”, y también entre “fe y amor”.
El capítulo tercero se centra en la evangelización, pues la fe es para difundirla, y en el modo en que todo se refuerza gracias a los sacramentos del bautismo y la eucaristía.
Por último, el capítulo cuarto se refiere al bien común, es decir, al modo de organizar la sociedad según los criterios de la fe, con detalles sobre el modo de vivirla en la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, en las relaciones sociales, en el respeto a la naturaleza y en los momentos difíciles del sufrimiento y de la muerte.
viernes, 5 de julio de 2013
María Vallejo Nágera
Leí acerca de ella hace poco y he encontrado este vídeo en internet de una conferencia suya de hace un mes escaso, en la que transmite muchísimo al espectador. Creo que es un testimonio que merece la pena ver.
Tras la presentación, su conferencia comienza a partir del momento 6m:23s.
Tras la presentación, su conferencia comienza a partir del momento 6m:23s.
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