lunes, 29 de abril de 2013

30 de abril, festividad de San Eutropio




El 30 de abril es el día en el que la Iglesia celebra la festividad de San Eutropio, Obispo de Saintes y mártir, y Patrón de Paradas.

Por tal motivo, mañana martes 30 de abril, a las 20 horas, se celebrará misa solemne en nuestra Parroquia en honor de San Eutropio, su Titular y Patrón de la Villa de Paradas.

Como es sabido, en Paradas conmemoramos también el día de San Eutropio el 15 de julio, día en el que según la tradición se hizo la dedicación del templo.



Pues para nuestra defensa
la Suma Bondad te ha puesto
a tu amparo recurrimos
Eutropio, Patrono nuestro.

De la luz que a Dios debiste
fuiste soberano espejo,
pues recibiste los rayos
y esparciste los reflejos.

La Divina claridad
en ti multiplicó efectos,
que para iluminar a muchos
a ti te alumbró primero.

Pues para nuestra defensa
la Suma Bondad te ha puesto
a tu amparo recurrimos
Eutropio, Patrono nuestro.

Diste buen pastor la vida
por tus ovejas y luego
manifestaste tú mismo
tu victoria y tu trofeo.

En tus sagradas reliquias
halló salud el enfermo,
auxilios el pecador
y el afligido consuelo.

Pues para nuestra defensa
la Suma Bondad te ha puesto
a tu amparo recurrimos
Eutropio, Patrono nuestro.

Oh, Dios, que por medio de San Eutropio, Obispo y Mártir, hiciste pasar a los pueblos paganos de las tinieblas a la luz de la verdad, concédenos por su intercesión permanecer firmes en la fe e inmutables en la esperanza del Evangelio que Él predicó...

Paradeños, paradeñas... ¡VIVA SAN EUTROPIO!

SANGUIS MARTYRUM - SEMEN CHRISTIANORUM
 
Tumba de San Eutropio, Basílica de San Eutropio (Saintes) 
 

sábado, 6 de abril de 2013

Humano desde el principio (carta pastoral)


Carta pastoral de don Juan José Asenjo, del domingo 7 de abril.



Queridos hermanos y hermanas: 

En noviembre de 2007, la Conferencia Episcopal Española decidió instituir una Jornada específica por la Vida a celebrar todos los años el día 25 de marzo, fiesta de la Encarnación del Señor.

Pocas fechas son tan aptas, pues el misterio de la  Encarnación del Señor nos invita a considerar la grandeza y dignidad de la vida humana. En efecto, el Hijo de Dios comenzó su vida en la tierra en el seno de su Madre. Este misterio nos recuerda, pues, que la vida humana tiene un valor sagrado, que todos debemos reconocer, respetar y promover porque es un don de Dios. Al coincidir este año la fiesta de la Encarnación con el Lunes Santo, la Iglesia en España celebra la fiesta de la Encarnación y la Jornada de la Vida el lunes 8 de abril con el lema “Humano desde el principio”.

Son muchas las amenazas que se ciernen sobre la vida: el hambre, que padece un tercio de la humanidad; la violencia doméstica y la muerte de tantas mujeres a manos de aquellos con los que compartían su vida; los accidentes de tráfico, consecuencia muchas veces de la irresponsabilidad; las muertes en accidentes laborales, fruto en muchos casos de un liberalismo económico deshumanizado; la tragedia del SIDA que llena de dolor a muchas familias; las drogas, que roban la libertad y arrancan la vida de tantos jóvenes; la experimentación con embriones, muchos de los cuales son eliminados en el laboratorio; y sobre todo, el drama del aborto, que a su gravedad intrínseca, por ser la eliminación voluntaria de un ser humano, se une la tragedia de su aceptación sin pestañear por muchos conciudadanos nuestros en nombre del progreso y de la libertad de la mujer, una de las realidades más repulsivas de los últimos decenios, en opinión del filósofo Julián Marías.

Todavía está vigente en España la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, que no es otra cosa que una liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas. Su carácter legal no le confiere el marchamo de moralidad, pues no todo lo que es legal es moral. El aborto es siempre una inmoralidad; no es progreso sino regresión. En realidad es un “crimen abominable”, como lo calificó el  Concilio Vaticano II. Esa misma calificación merece la eutanasia cuando lo que se busca es el acortamiento de una vida. 

Con la Jornada de la Vida, los Obispos españoles pretendemos que los católicos nos sensibilicemos ante este tema auténticamente mayor, y que tratemos de sensibilizar a aquellos conciudadanos nuestros que aceptan acríticamente el hecho del aborto, a los que tenemos que decir que más que un progreso, el aborto es siempre una regresión y el triunfo del más fuerte sobre el más débil. La Jornada quiere ser una invitación a las comunidades cristianas a orar y proclamar el valor sagrado de toda vida humana desde su comienzo en la fecundación hasta su ocaso  natural. De la oración debe brotar un compromiso decidido para anunciar a todos los que quieran escucharnos el Evangelio de la vida, de modo que paulatinamente vayamos sustituyendo la “cultura de la muerte” por una  cultura que acoja y promueva la vida. 

En las últimas décadas ha crecido, gracias a Dios, la conciencia de la dignidad sagrada de la persona humana, pero de modo selectivo. Todos abominamos de la tortura, la pena de muerte y la violencia contra las mujeres. Son muchos los voluntarios, sobre todo jóvenes, que se comprometen en el servicio a los pobres, aquí y en el Tercer Mundo. Todos sentimos la muerte de los trabajadores en accidentes laborales.  Dios quiera que vaya creciendo también nuestra conciencia de que la vida debe ser promovida, tutelada y defendida en todas sus fases. En este sentido, respaldo y aliento a las instituciones, confesionales o no, que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas.

Ruego a los sacerdotes que en la eucaristía del lunes 8 de abril hablen del don sagrado de la vida y que organicen actos especiales de oración con esta intención. Ruego también a los catequistas, profesores de Religión y responsables de grupos y movimientos apostólicos que se impliquen en esta Jornada y que recuerden a todos que el derecho a la vida es el primer derecho fundamental. En diciembre de 2007, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución por la que se invitaba a los Estados miembros a instituir una moratoria en la aplicación de la pena de muerte. Dios quiera que llegue también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos reconozcamos el inmenso y trágico error cometido en los siglos XX y XXI por la humanidad.   

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición. 

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

viernes, 5 de abril de 2013

Este soy yo... Humano desde el principio

8 de abril, Jornada por la Vida 2013.




La Iglesia quiere celebrar en esta Jornada por la Vida el don precioso de la vida humana, especialmente en las primeras etapas tras su concepción. En esta ocasión, de manera especial, ante la falta de protección a la que hoy en día está sometida.

La vida humana es sagrada, es un don que nos sobrepasa y sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término. Nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente. 

La Iglesia proclama que el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por tanto, se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida.

Oración:
 
Oh, María, Aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
A Ti confiamos la causa de la vida;
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar el Evangelio de la vida
con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios, Creador y amante de la vida.